Disfruta del Don de Dios
Posted on 25 February, 2017 by torrefuertepuebla No comments
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Existe una tensión sobre si ciertas prácticas son o no son adecuados para la salvación que decimos tener. Por ejemplo, en 1 Corintios 7 Pablo cita algunos puntos de vista que tenían los cristianos de Corinto. Mientras unos veían mal que un cristiano hubiera sido circuncidado, otros se sentían mal por no serlo, mientras unos veían mal que una chica fuera soltera, otros querían casarla.
Por otro lado, otros deciden vivir en la libertad que Cristo les otorgó y usar una conciencia abierta, libre, buscando en la oración y el estudio de la Palabra de Dios las rutas para crear convicciones que le permitan por su fe agradar a Dios y desarrollar hábitos que manifiesten la transformación interna que el Espíritu Santo realizó. Como podemos ver, nada de lo anterior es malo en sí, el mal se introduce cuando queremos que otros también lo hagan como nosotros.
La verdad es que cuando una persona recibe a Cristo, de manera automática se generan cambios internos, como la santidad, la justicia, la reconciliación con Dios y muchos otros más; pero la salvación nada cambia del en exterior, seguimos viviendo en la misma sociedad, seguimos cargando la misma cultura, seguimos teniendo el mismo físico y nuestra mente sigue siendo la misma como también nuestra forma de hablar.
No debemos olvidar que lo externo cae bajo la responsabilidad de cada uno, es decir, cada uno de nosotros debemos determinar el proceso de cambio que debemos realizar, pero recordando que estos cambios no son producto automático de la salvación recibida, son deliberados. Como podemos imaginar, esto significa que cada uno de nosotros tiene la libertad para hacer los cambios y la forma de realizarlos.
En esta lucha, los corintios se habían empantanado estableciendo reglas sobre cuál sería el estado perfecto para servir a Cristo ¿la soltaría o el casamiento? ¿La libertad o la esclavitud? ¿La circunsición o la incircunsición? ¿El matrimonio o el divorcio? “Ellos Ignoraron que ese estado en que vivían era un don o regalo que Dios les había dado” (1 Cor. 7:7).
“El hecho de que cada uno es llamado por Dios a una vocación específica y que él espera un servicio fiel en su desempeño, ennoblece y santifica tanto al trabajo como al trabajador. De esta manera, el cristiano puede vivir en “paz” (v. 15) con su llamamiento y llevarlo a cabo como para … Dios.” (Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (1996). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 3: 1 Corintios-Filemón (p. 31). Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C.).