Iglesia Bíblica Torre Fuerte

Pies Secos, Pies Mojados

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La política “Pies Secos, Pies Mojados” fue implementada en 1995 por la administración de Bill Clinton y permitía a los cubanos permanecer en los Estados Unidos si lograban llegar a tierra firme sin ser interceptados o sorprendidos en el mar. Este privilegio preferencial se extendía también a los médicos cubanos que pedían asilo. Anteriormente esta política de “pies secos, pies mojados” otorgaba status de residencia legal a los cubanos sin visa que llegaban a tierra firme.

A partir del 12 de enero de 2017, los cubanos deberán cumplir los requisitos como cualquier otro inmigrante que llega al país. Estados Unidos, a través del  ex-Presidente Obama, dio este giro sorpresivo y puso fin a ésta política que entró en efecto de inmediato. Éste es un paso hacia la normalización de sus relaciones con Cuba y para dar mayor consistencia a sus políticas migratorias; el Gobierno Cubano aceptó con beneplácito esta decisión. Esperemos las reacciones y las implicaciones que ésta nueva política traerá a los 35,000 candidatos a la deportación y a los miles que están varados en Centroamérica. Se ha hecho énfasis en que “El futuro de Cuba debe de estar en las manos de los cubanos.”

Éste inesperado cambio de política ha desconcertado a los Cubanos que ahora serán considerados ilegales y serán considerados como candidatos para ser retornados a su país. Su privilegio preferencial ha terminado y nos muestra cómo el hombre puede cambiar aún sus leyes cuando no convienen a sus intereses.

Un gran atributo de nuestro Dios es la inmutabilidad, es decir que nunca cambia. Sus promesas son para siempre y podemos descansar seguros que los requisitos para entrar al Reino de los cielos nunca serán removidos o transformados.

El Señor Jesús en Juan 5:24 asegura: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación , mas ha pasado de muerte a vida.” En Juan 10:9 leemos: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pastos.” “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28).

Podemos descansar seguros que si hemos entrado creyendo en sus promesas, nadie podrá sacarnos, pues Él es inmutable y lo que promete siempre lo cumple. Estamos protegidos y cobijados por Él por toda la eternidad. Las leyes de Dios no cambian.

 

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