Michael Phelps, “El Tiburón de Baltimore”
Posted on 12 August, 2016 by René Zapata 1 comment
Michael Phelps sigue agrandando su leyenda. Ya tiene 26 medallas olímpicas ganadas desde Atenas 2004 y puede aún ganar 2 más. Las 22 medallas de oro, 4 de ellas en los JJOO de Río 2016, igualaron el record olímpico de 2,168 años. Tiene más galardones olímpicos ganados que muchos países. Los 10,500 atletas procedentes de 206 países esperan ver coronados sus años de esfuerzo y dedicación por lo menos con una medalla.
Los círculos rojos en la espalda del nadador y de otros atletas olímpicos son señales de ventosas, vasos de vidrio calientes sobre la piel, que crean succión e introducen calor en el organismo. Este es un antiguo tratamiento llamado “Ventosaterapia” usado desde tiempos antiguos (1550 a.C.) en Egipto, China y Medio Oriente.
Phelps, llamado “El tiburón de Baltimore”, desde joven se dedicó en cuerpo y alma a la natación. Se recuperó de una baja depresiva y ahora disfruta de su esposa y su hijo, con los cuales seguramente compartirá por años sus increíbles hazañas y logros.
El Apóstol Pablo en sus epístolas, hace referencias del mundo deportivo de su tiempo y nos reta a seguir el ejemplo de los dedicados y premiados deportistas. Él compara la vida cristiana con una carrera atlética. I Co. 9:24: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la 
verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” Fil 3:14: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” He. 12:1: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso del pecado que nos asedia, corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” II Ti. 4:8: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual dará el Señor juez justo, en aquel día, y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida”
Dios tiene preparados sus premios y superan a todas las medallas de oro repartidas entre todos los atletas del mundo. Corramos para alcanzarlos y para poder ponerlos a sus pies como señal de gratitud y reconocimiento que Él es el “ Rey de reyes y Señor de señores”
